Aconteció asimismo un día de fiesta en tiempo de verano que, habiendo entrado como de costumbre a rezar en la iglesia de Santa María Magdalena, dejó el borriquillo a la puerta. En esto entran en la iglesia unos muchachos y le dicen: «Levántese corriendo, padre Isidro, que viene un lobo a comer a su burro. •
El santo varón les respondió: «Hijos, id en paz. Hágase la voluntad de Dios.» Acabada la oración, salió tranquilo y halló al lobo muerto, y junto a él ileso a su jumento.
Ante esta maravilla penetró de nuevo en la iglesia para dar gracias a Dios, pues su misericordia salva a los hombres y a los jumentos. (Salmo 35, 7.)